El proyecto de la Casa en Cascais fue ideado por el arquitecto Eduardo Souto de Moura en 1994, culminando su construcción en 2002. Situada en la localidad de Cascais, esta residencia fue diseñada para el ingeniero Luís Carlos Valadas Fernandes. El equipo de colaboradores incluyó a Nuno Graça Moura, Camilo Rebelo y José Carlos Mariano, con apoyo en ingeniería estructural de AFA – Adão da Fonseca & Associados, ingeniería eléctrica y de instalaciones mecánicas a cargo de Rodrigues Gomes & Associados, y la construcción realizada por Promafer.

La Casa en Cascais se concibió simultáneamente con otro proyecto en Azeitão, lo que representó un desafío en términos de identidad arquitectónica y adaptación al contexto. Este proyecto busca capturar la esencia tanto del cliente como del entorno, utilizando un enfoque que Souto de Moura describe como la creación de un «heterónimo» arquitectónico, es decir, una identidad distinta y adecuada para cada sitio.

A diferencia de la Casa en Azeitão, que responde a una topografía marcada y precisa, la Casa en Cascais se enfrenta a la inmensidad horizontal del océano Atlántico. Este elemento inasible e impredecible inspiró un diseño que abre vistas amplias y neutras hacia el mar, aprovechando el juego de luces y sombras, y la dicotomía entre los espacios llenos y vacíos para capturar la esencia del océano.

Los materiales utilizados en la construcción reflejan esta conexión con el entorno natural y cultural de Cascais. Los tonos de gris varían desde los exteriores hasta los interiores, culminando en el blanco puro del sótano, simbolizando un recorrido desde la robustez de la piedra local hasta la serenidad y la luz. Estos grises armonizan con el brillo mate de los aluminios y el acero inoxidable tratado, que cambian de apariencia con la luz del día, especialmente durante el poniente, cuando pierden su cualidad de «grises» para reflejar el entorno cambiante.

La conclusión del diseño se acompaña de una intervención artística, evocando la obra de Remy Zaug, donde el blanco emerge no solo como un color, sino como una representación del vacío y la plenitud, una paleta en la que el entorno y la luz juegan roles cruciales.